Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con deslumbrante maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en https://andrewryzd043099.elbloglibre.com/38691378/la-imagen-del-cabezazo-de-zidane-eterna-en-la-memoria